*Javier Lazo, destacado compositor musical e interprete escribió este artículo. Sus canciones son interpretadas en EE.UU., Europa y América latina por artistas de la electrónica, el rock, el folklore, la trova y la World Music como Ananda Project, Michel Shrieve, Susana Baca, Pamela Rodríguez, Carla Kjearby, Belén Ilé entre otras figuras destacadas
Llevo ya varias horas meditando las palabras del “comediante” JB en una entrevista que le hace su propio canal para desagraviarlo, si es que se puede considerar agravio las expresiones de dignidad hechas por Lundu, una institución preocupada por luchar de forma frontal contra el racismo campante y asolapado de nuestro multicultural Perú.
Podría pensar que el señor JB pretende escudarse reclamando su derecho a actuar y de interpretar los personajes que el “pueblo” ha hecho suyos.
Cierto es que el actor tiene derecho a interpretar y cierto también que nuestro pueblo celebra con pasmosa mediocridad todos aquellos estereotipos como el del serrano que huele a llama o el del negro ratero.
No puedo culpar a JB por su trabajo ni tampoco por la precariedad intelectual con la que alza sus argumentos de defensa.
No puedo decirle que esta equivocado por pensar que “la gente de color” no debería sentirse retratada en su magistral interpretación del “negro ratero”.
No puedo en suma sacarme de la cabeza sus expresiones de sorpresa que lo llevan a sentirse casi como una víctima en este episodio por la lucha de los derechos civiles en el Perú.
JB en buen cristiano, no aporta nada en la lucha por los derechos civiles en el país, no hay color en su trabajo, ni mucho menos capacidad para interpretar la realidad y devolver desde el humor algo más que estereotipos, obscenidades, lisuras por doquier y maltrato a la imagen de la mujer, él es solo un actor.
Llego a la conclusión que en esta gesta quedan fuera los artistas que pululan con más o menos brillo en la insufrible pantalla chica.
La televisión es espejo de nuestros vicios como sociedad y no aspira a nada más que no sea la rentabilidad del negocio siempre desde el mismo y ya conocido enfoque: Tiene rating es bueno. El hilo de esta madeja nos conduce a los modelos y paradigmas de esa televisión y de cómo hacemos más democrática inclusiva y educativa nuestra pobre cartelera.
Nos divierte ver como se golpean a las personas, nos tapamos con un ojo a Laura Bozzo pero abrimos el otro frente a Magaly, olvidamos a los “líderes de opinión” que se vendieron vergonzosamente a los intereses de las mafias, aplaudimos la miseria y pensamos que regalando un carrito sanguchero estamos cambiando el País,
Nos asusta en cambio todo aquello que nos confronte como sociedad y que permita el ejercicio del dialogo.
Benditas aquellas sociedades que aún conservan sus ideales por encima de sus rentabilidades. No puede seguir siendo un negocio vulnerar la dignidad de ningún ciudadano.
Sea negro, mestizo, gringo, cholo, serrano, indígena, ateo o gay es un ciudadano peruano igual a todos los demás.
No puede la televisión seguir fomentando inofensivamente estereotipos que hace mucho deberíamos haber dejado de lado si queremos vernos como una nación progresista, como un país de todos y de todas.
El poder de la televisión debe ser equilibrado por las instituciones de la sociedad civil organizada.
Libertad de expresión es la de todos los ciudadanos y no podría ni debería primar en una sociedad con una economía en vías de desarrollo modelos de negocio que atenten contra la tan ansiada inclusión social.
Es tan grande el Perú y han sido tantos los aportes de las diversas culturas que conforman nuestra nación que hace rato los comediantes como JB debieran mostrar en sus personajes esa misma riqueza.
Debo confesar que he reído mucho con JB, pero debo confesar también que últimamente cambio de canal pues no soporto el humor fácil y vulgar del que alguna vez quiso diferenciarse, mama!!!
Llevo ya varias horas meditando las palabras del “comediante” JB en una entrevista que le hace su propio canal para desagraviarlo, si es que se puede considerar agravio las expresiones de dignidad hechas por Lundu, una institución preocupada por luchar de forma frontal contra el racismo campante y asolapado de nuestro multicultural Perú.
Podría pensar que el señor JB pretende escudarse reclamando su derecho a actuar y de interpretar los personajes que el “pueblo” ha hecho suyos.
Cierto es que el actor tiene derecho a interpretar y cierto también que nuestro pueblo celebra con pasmosa mediocridad todos aquellos estereotipos como el del serrano que huele a llama o el del negro ratero.
No puedo culpar a JB por su trabajo ni tampoco por la precariedad intelectual con la que alza sus argumentos de defensa.
No puedo decirle que esta equivocado por pensar que “la gente de color” no debería sentirse retratada en su magistral interpretación del “negro ratero”.
No puedo en suma sacarme de la cabeza sus expresiones de sorpresa que lo llevan a sentirse casi como una víctima en este episodio por la lucha de los derechos civiles en el Perú.
JB en buen cristiano, no aporta nada en la lucha por los derechos civiles en el país, no hay color en su trabajo, ni mucho menos capacidad para interpretar la realidad y devolver desde el humor algo más que estereotipos, obscenidades, lisuras por doquier y maltrato a la imagen de la mujer, él es solo un actor.
Llego a la conclusión que en esta gesta quedan fuera los artistas que pululan con más o menos brillo en la insufrible pantalla chica.
La televisión es espejo de nuestros vicios como sociedad y no aspira a nada más que no sea la rentabilidad del negocio siempre desde el mismo y ya conocido enfoque: Tiene rating es bueno. El hilo de esta madeja nos conduce a los modelos y paradigmas de esa televisión y de cómo hacemos más democrática inclusiva y educativa nuestra pobre cartelera.
Nos divierte ver como se golpean a las personas, nos tapamos con un ojo a Laura Bozzo pero abrimos el otro frente a Magaly, olvidamos a los “líderes de opinión” que se vendieron vergonzosamente a los intereses de las mafias, aplaudimos la miseria y pensamos que regalando un carrito sanguchero estamos cambiando el País,
Nos asusta en cambio todo aquello que nos confronte como sociedad y que permita el ejercicio del dialogo.
Benditas aquellas sociedades que aún conservan sus ideales por encima de sus rentabilidades. No puede seguir siendo un negocio vulnerar la dignidad de ningún ciudadano.
Sea negro, mestizo, gringo, cholo, serrano, indígena, ateo o gay es un ciudadano peruano igual a todos los demás.
No puede la televisión seguir fomentando inofensivamente estereotipos que hace mucho deberíamos haber dejado de lado si queremos vernos como una nación progresista, como un país de todos y de todas.
El poder de la televisión debe ser equilibrado por las instituciones de la sociedad civil organizada.
Libertad de expresión es la de todos los ciudadanos y no podría ni debería primar en una sociedad con una economía en vías de desarrollo modelos de negocio que atenten contra la tan ansiada inclusión social.
Es tan grande el Perú y han sido tantos los aportes de las diversas culturas que conforman nuestra nación que hace rato los comediantes como JB debieran mostrar en sus personajes esa misma riqueza.
Debo confesar que he reído mucho con JB, pero debo confesar también que últimamente cambio de canal pues no soporto el humor fácil y vulgar del que alguna vez quiso diferenciarse, mama!!!
1 comentario:
Excelente enfoque Javier, lamentablemente mucha gente solo se ríe sin pensar más allá, hay muchas formas de romper los estereotipos sin dejar de ser "cómico", ahí está justamente el reto, irnos al facilismo y pretender que nadie diga nada al respecto.
Un abrazo
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