PRONUNCIAMIENTO PÚBLICO POR EL DÍA INTERNACIONAL CONTRA EL RACISMO
En el Día Internacional de Naciones Unidas contra el Racismo, LUNDU y la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, reafirmamos nuestro compromiso en la lucha contra el racismo, flagelo que aún es un factor determinante en la vulneración de los derechos humanos de los peruanos y peruanas.
En el Perú, aún se identifica una tendencia a reconocer el aporte de las diversidades étnico raciales, especialmente de los pueblos originarios y ancestrales, como los andinos, amazónicos y afroperuanos, desde perspectivas exóticas y arcaicas, desconociendo el real aporte de estas poblaciones en la construcción de las bases políticas, económicas y científicas de nuestro país.
El racismo, cuando se interrelaciona con el sexismo y otras formas de discriminación, tiene como consecuencia la exclusión social, política y económica de los pueblos o individuos discriminados. Esta exclusión se expresa de manera estructural (por ejemplo, menos del 2% de los afroperuanos accede a educación superior) y, de manera cotidiana a través de la injuria racista (en un semestre, 203 artículos racistas en 6 medios impresos que comparan a los afros con simios, gorilas, cucos, según el Observatorio Afroperuano).
Campañas como “Sácale Tarjeta Roja al Racismo” en los estadios de fútbol; “Basta de Racismo” y “Apúntate contra el Racismo”, que ha recogido más de 4000 testimonios en diversas regiones, son sólo algunas de las propuestas de la sociedad civil ante esta problemática.
Las acciones y políticas que combatan el racismo son también propuestas de reparación. La reparación no es sólo una acción, es una perspectiva. En el contexto de pueblos y grupos discriminados por motivos raciales y étnicos, se traduce en dos dimensiones: por un lado, el desarrollo de políticas que combatan el racismo de facto; y por el otro, políticas que reduzcan las brechas ocasionadas por los días, años, décadas o siglos que un pueblo y sus integrantes han sido violentados y violentadas por esta estructura racista.
La reparación implica la generación de indicadores sobre estas poblaciones, su inclusión en los censos nacionales, la modificación curricular donde se reconozca su aporte (¿acaso nos enseñan en la escuela que Micaela Bastidas fue afrodescendiente?). También políticas de salud étnica –criterio de la OMS- que tengan en cuenta las enfermedades recurrentes determinadas por el origen étnico racial. A su vez, políticas de prevención de ITS, VIH y Sida que tomen en cuenta la vulnerabilidad especial de estas poblaciones agravadas por el racismo, sexismo y la violencia hacia la mujer. Un ejemplo de esta perversa relación es que las principales víctimas de la guerra interna fueron mujeres indígenas violentadas sexualmente.
El último informe del Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial de la ONU (CERD), llama la atención al Estado Peruano sobre la ausencia de una política global contra el racismo. Sin embargo, es desde una perspectiva soterradamente racista que algunos sectores conservadores cuestionan, minimizan y relativizan las agendas de estas poblaciones con argumentos que los acusan de auto segregarse y no contribuir al fortalecimiento de la identidad nacional.
Estas posiciones conservadoras, que antes determinaban el cariz político en Latinoamérica, ahora son fracasadas porque los movimientos y grupos políticos tradicionales, más de fuerza que de gana, han tenido que aceptar que sus modelos y estructuras ya no sostenibles y están consensuando con los movimientos que representan a pueblos afros e indígenas que ahora ganan cada vez más espacios de representación en el Estado.
No está de más recordar que en las Américas existen más de 150 millones de afrodescendientes, población ubicada en esta parte del mundo por el tráfico esclavista. Tampoco es una casualidad que la ONU haya decretado el 2011 como el “Año Internacional de Personas con Ascendencia Africana”,
El Estado Peruano tiene la función de desarrollar una política global contra el racismo. Que sea pedagógica, pero que sancione efectivamente. El sector privado tiene la responsabilidad social de diseñar políticas privadas que promuevan la diversidad étnica racial, en las perspectivas y contenidos. Y, la población en general, de todas las creencias, colores, orígenes, la responsabilidad de asumir una conducta autocrítica, reconociendo que nuestras relaciones como sociedad, así como muchas de las situaciones de exclusión que vivimos, son una consecuencia del racismo.
El racismo es una violación de los derechos humanos. Seamos consecuentes como Estado y sociedad, que ensalza valores democráticos e interculturales, en reconocer que el racismo es un problema fundamental, y, asumamos políticas públicas, privadas, comunales, individuales que reparen nuestras estructuras sicosociales, así como las brechas y forados expresados a través de la extrema pobreza y la concentración de riqueza.
¡Apuntémonos contra el racismo, sacándole una tarjeta roja y diciéndole por fin: BASTA!
Lima, 21 de marzo del 2010.
LUNDU, Centro de Estudios y Promoción Afroperuanos
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