*Por Jorge Bruce
Supongamos que la congresista León o la ministra Aráoz montaran en cólera en el ejercicio de sus funciones públicas. ¿Algún medio escribiría algo así como “Luciana o Meche engoriladas”? Felizmente, no. Sin embargo, si se trata de Cenaida Uribe o Martha Moyano, se publica esto: “Cenaida engorilada” o “La Moyano tiene su tumbao”. Conviene recordarlo hoy que se celebra el Día Internacional de Lucha contra el Racismo y la Xenofobia.
Hace cuarenta años, el 21 de marzo de 1960, la población negra de Sudáfrica se rebeló contra la Ley del Pase, que los obligaba a portar un documento donde se estipulaba su lugar de vivienda y trabajo, y el permiso para movilizarse fuera de estos sitios. Si no lo tenían consigo, sufrían severas condenas. La policía del apartheid reprimió ferozmente la manifestación, causando centenares de muertos y heridos. En protesta, muchos, entre otros un tal Nelson Mandela, quemaron su pase.
Ciertamente, mucho ha cambiado el mundo desde entonces, gracias a la lucha de personas invictas, como Mandela. Es interesante que el Mundial de Fútbol vaya a realizarse en esa sociedad, cuyas complejidades post-apartheid describe admirablemente el Premio Nobel Coetzee (en la novela Desgracia, por citar una).
También en el Perú el racismo no es lo que era. Hoy mucha gente y organizaciones pugnan por erradicarlo. Por ejemplo el Centro de Estudios y Promoción Afroperuanos – LUNDU. Lean su Observatorio Afroperuano (www.lundu.org.pe). Durante 6 meses monitorearon el tratamiento de la noticia en los diarios Correo, Ojo, Trome, Ajá, Líbero y El Bocón. Se encontraron con 203 noticias de corte racista, como las arriba citadas. El problema se agrava porque el virus de la discriminación no se aloja solo en ciertos comportamientos extremistas, tipo nazi o sudafricano de entonces: se lo halla en lo más íntimo de nuestra vinculación con el otro.
Así, esa denigrante animalización de las afrodescendientes es leída como un rasgo de humor. A esta forma de discriminación grotesca, se añade la hipersexualización: “la sexi morocha”, “zambita alegrona”, que no se aplica a los hombres. A estos también se les animaliza (“Percy Olivares pasó de zancudo a mono” o “Con la plata baila el Mon… taño”), pero sin esa connotación machista de objeto para el goce sexual que se endosa a las afroperuanas (en donde la excitación del discurso encubre el temor y la impotencia).
El sistema discriminatorio, escondido tras la coartada del chiste grueso y la viveza criolla, se mantiene operativo. Pero ya no es invisible, ya no pasa tan piola. El peor obstáculo actual, me parece, es el de la autodiscriminación: herencia infectada de una mentalidad colonial e identificación con el agresor. Esos medios, como los programas de humor de la TV, están dirigidos a sectores populares, quienes, al hacer mofa de los afrodescendientes, serranos o cholos, acaso desplazan sus propios sentimientos de dolor y humillación soterrados.
Hay esperanza de cambio, pero no podemos pretender que venga por añadidura. Hay que hacer valer la ley, hay que cuestionarse, para que nuestros descendientes vivan en un lugar más digno y respetuoso de los derechos de todos.
*Dr. Jorge Bruce, psicoanalista, columnista del diario La República, autor de los libros "Asuntos Personales" y "Nos Habíamos Choleado Tanto", profesor de la maestría de Estudios Psicoanalíticos de la PUCP.
Hace cuarenta años, el 21 de marzo de 1960, la población negra de Sudáfrica se rebeló contra la Ley del Pase, que los obligaba a portar un documento donde se estipulaba su lugar de vivienda y trabajo, y el permiso para movilizarse fuera de estos sitios. Si no lo tenían consigo, sufrían severas condenas. La policía del apartheid reprimió ferozmente la manifestación, causando centenares de muertos y heridos. En protesta, muchos, entre otros un tal Nelson Mandela, quemaron su pase.
Ciertamente, mucho ha cambiado el mundo desde entonces, gracias a la lucha de personas invictas, como Mandela. Es interesante que el Mundial de Fútbol vaya a realizarse en esa sociedad, cuyas complejidades post-apartheid describe admirablemente el Premio Nobel Coetzee (en la novela Desgracia, por citar una).
También en el Perú el racismo no es lo que era. Hoy mucha gente y organizaciones pugnan por erradicarlo. Por ejemplo el Centro de Estudios y Promoción Afroperuanos – LUNDU. Lean su Observatorio Afroperuano (www.lundu.org.pe). Durante 6 meses monitorearon el tratamiento de la noticia en los diarios Correo, Ojo, Trome, Ajá, Líbero y El Bocón. Se encontraron con 203 noticias de corte racista, como las arriba citadas. El problema se agrava porque el virus de la discriminación no se aloja solo en ciertos comportamientos extremistas, tipo nazi o sudafricano de entonces: se lo halla en lo más íntimo de nuestra vinculación con el otro.
Así, esa denigrante animalización de las afrodescendientes es leída como un rasgo de humor. A esta forma de discriminación grotesca, se añade la hipersexualización: “la sexi morocha”, “zambita alegrona”, que no se aplica a los hombres. A estos también se les animaliza (“Percy Olivares pasó de zancudo a mono” o “Con la plata baila el Mon… taño”), pero sin esa connotación machista de objeto para el goce sexual que se endosa a las afroperuanas (en donde la excitación del discurso encubre el temor y la impotencia).
El sistema discriminatorio, escondido tras la coartada del chiste grueso y la viveza criolla, se mantiene operativo. Pero ya no es invisible, ya no pasa tan piola. El peor obstáculo actual, me parece, es el de la autodiscriminación: herencia infectada de una mentalidad colonial e identificación con el agresor. Esos medios, como los programas de humor de la TV, están dirigidos a sectores populares, quienes, al hacer mofa de los afrodescendientes, serranos o cholos, acaso desplazan sus propios sentimientos de dolor y humillación soterrados.
Hay esperanza de cambio, pero no podemos pretender que venga por añadidura. Hay que hacer valer la ley, hay que cuestionarse, para que nuestros descendientes vivan en un lugar más digno y respetuoso de los derechos de todos.
*Dr. Jorge Bruce, psicoanalista, columnista del diario La República, autor de los libros "Asuntos Personales" y "Nos Habíamos Choleado Tanto", profesor de la maestría de Estudios Psicoanalíticos de la PUCP.
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