Una de las artistas afroperuanas más reconocidas a nivel mundial nos habla acerca del racismo y sus experiencias personales en torno a este tema. El menosprecio que aún se da hacia el arte de los afrodescendientes ocupa gran parte de su preocupación actual. La lucha por una cultura peruana, que incluya todas las expresiones sociales, es también parte de su vida como cantante.
Sra. Susana, usted es una de las artistas peruanas más laureadas a nivel mundial. Díganos, ¿usted siente que estos reconocimientos hacia su persona, lo son también para la cultura afroperuana?
No de hecho no es asi. La música afroperuana en este ultimo tiempo ha cobrado mucha importancia, se enseña en los colegios, se pone es comerciales y a veces se le da un tratamiento de poco respeto también, o se toca porque esta de moda. Hay que tener cuidado: La música afroperuana se trivializa, se comercializa. Sin ser reconocida en toda su dimensión.
El principal motivo para mí es la música como arte; sin embargo, mis propios orígenes han formado en mí una expresión que está más ligada a la poseía y a la música afroperuana. Yo me expreso de esta manera cómo artista y eso no sólo es reconocido con premios; sino, también, con audiencia. Gracias a Dios, mis discos hoy se venden en el mundo entero; empero, este espacio ha sido ganado poco a poco a lo largo de casi 20 años de trabajo.
Ahora bien, cuando yo recibo el premio Grammy en el 2002, y se me condecora en Palacio de Gobierno, empieza en todo el país una especie de fiebre. Por dónde iba me homenajeaban y me hacían reconocimientos. En el sur chico, en San Vicente de Cañete, la situación fue igual: las autoridades de la ciudad me homenajearon; sin embargo, yo rescato una frase que a mí me emocionó muchísimo y que la guardo en mi corazón: Una de las señoras, de origen afroperuano, que me veía pasar y aplaudía desde la puerta de su casa dijo: “Gracias a ella nos conocen en el mundo”. Eso para mí fue el galardón más importante que recibí.
Nosotros sabemos que usted se formó en un ambiente artístico afrodescendiente, incluso su familia es fundadora de Perú Negro. En los inicios de su carrera ¿usted sintió en algún momento un rechazo por parte de un grupo de personas hacia este arte que proponía?
Pero por supuesto. Mira, un artista siempre necesita mostrar su obra, necesita estar en una relación muy estrecha con la gente que escucha y disfruta de este determinado tipo de arte. Yo, en mis inicios, visitaba comedores populares, aniversarios de comunidades o asentamientos humanos, comités de mujeres, etc. Esto lo hacía en lugares como Carabayllo, Comas, San Juan de Lurigancho, etc. Entonces, comencé a formar parte de este movimiento social que se iniciaba.
Pero, para que la televisión, la radio u otros medios de comunicación se fijaran en tu arte, necesitabas una disquera. Por aquellos tiempos, en el Perú, solo existían cuatro disqueras y eran los que manejaban todo el mundo artístico. La idea era comenzar a tocar puertas. Lo hice; pero en el camino me encontraba con comentarios como: “Oye Susanita qué bonito lo que haces, pero esto no le interesa a la gente. Esto no vende. Eso es música sólo para un sector de gente”. Sus argumentos eran, en esencia, que mi música causaba mucha polémica y que la gente no quería complicaciones.
¿Usted sentía que ellos consideraban que su arte era, en términos despectivos, una música de negros y sólo para negros?
Claro, lo que dominaba ahí era el prejuicio que tenían. Ellos intentan vender un producto masivo y ligero; que no tenga un discurso y sin importar si la calidad es buena o no. Aún hoy el fenómeno continúa, la gente sigue consumiendo esta música light; aunque sí hay un grupo de personas que está intentando hacer un trabajo de calidad.
Si bien, como usted menciona, esta situación continúa. ¿Siente que en la actualidad tiene las mismas características que en sus inicios?
Yo siento que hoy la música afroperuana es conocida pero porque ha sido trivializada. Hoy se la usa en comerciales, anuncios, ha sufrido un manoseo terrible. Se cree que lo afroperuano son dos acordes, un cajón y ya. ¡Esto no es así! Tú puedes, incluso, fusionar música pero debes tener un respeto por la esencia y la calidad de arte que están representando.
La comercialización de la música y del arte en general ha llevado a considerar que la expresión de algunos grupos sociales [como los andinos o amazónicos] como “bonita”, “curiosa”; pero nada importante. ¿Cree que es así como se considera muchas veces a la música afroperuana?
Sí, todavía se siente eso. Incluso te diría que es peor. Me ha tocado observar y escuchar conciertos, presentaciones de jóvenes talentosos que fusionan música y que en sus muestras utilizan al cajón mal sonorizado; no al nivel de una flauta o de una guitarra. Como si fuera sólo de relleno. Yo recuerdo, hace algún tiempo, Santana invitó a los músicos de Perú Negro a hacer una presentación y yo no sé que habría pasado; pero, la sonorización de estos era muy mala. Si no hubo tiempo, no había medios, eso no es excusa: ¡Si tú invitas a un grupo de músicos tienes que respetarlos! ¡Tienen que escucharse! No puede ser que, por hacer un arte diferente propio, sean sólo una especie de relleno en tus presentaciones.
¿Usted sintió en carne propia este irrespeto por su arte?
Yo he escuchado frases como: “¡No vamos a poner tu música!” “¡No vamos a grabarte porque haces este tipo de música!” Sin embargo, es reconfortante que luego de un tiempo sea una persona como David Byrne, creador del sello Luaka Bop, quién me busque y que realice, a partir de una canción mía, toda una investigación y publique su antología en torno a la música afroperuana. Fue justamente el poema de César Calvo: María Landó que le puso música Chabuca Granda, interpretado en ritmo afroperuana, me abre a mí las puertas del mercado mundial. Fue muy gratificante ver que el tiempo me dio la razón a mí y a mi arte antes que a los productores que conocí y a los medios de comunicación que me cerraron sus puertas.
Hoy el desprecio sigue siendo tan igual como antes…
Diremos que ha mejorado un pero a veces sigo sintiendo que... Cuando viene un violinista, un pianista, etc. el productor u organizador le pregunta a cuánto ascienden sus honorarios. ¡Al cajonero no! Él que toque gratis, él es la gracia que acompaña, hay que darle sólo para que coma. Su arte no tiene valor. Es así como se maneja esto muchas veces.
Una vez, cuando me presenté en un festival de música afroperuana y subí al escenario con dos músicos que me acompañaban, en ese tiempo, un muchacho que tocaba el cajón me pidió salir en mi presentación ya que por cada vez que él aparecía le pagaban. Bueno, yo lo dejé aunque no había ensayado con nosotros; sin embargo, ahí te puedes dar cuenta de la marginación que recibe este tipo arte. Es un problema que aún no se ha superado.
Usted ha realizado también investigaciones acerca del arte afroperuano. En 1992 ha publicado el libro “Del fuego y del agua” ¿Cuán importante es para usted iniciar el rescate por estas expresiones culturales?
Fue un trabajo muy arduo que implicó recorrer casi toda la costa peruana. Fue muy triste llegar a conocer historias de personas, de cultores de algún tipo de música afroperuana a quienes no se les había hecho ni una sola entrevista, ni una sola grabación; Habían sido olvidados. Si este trabajo hubiera sido diez años antes habría tenido muchísima más información. Pero, debo resaltar que, hacer esta investigación a mí me resultó importantísimo en mi desarrollo como artista y ha quedado para que las siguientes generaciones se inquieten a raíz del mismo e inicien sus propias indagaciones.
¿Cómo observa el comportamiento de los jóvenes en general en torno a este tema? ¿Considera que ellos están comenzando a tomar la cultura afroperuana como parte de su cultura o la siguen viendo como la expresión de sólo un grupo particular de gente?
Yo siento que ha habido un trabajo desde la escuela. Hoy, en los colegios, se les enseña a bailar música afroperuana y cuando pasan los años y estos niños se hacen jóvenes y vuelven a escuchar la música afro recuerdan los pasos y la bailan. Entonces, tenemos una juventud que, teniendo procedencia andina, amazónica o citadina, siente que esta música es suya. Eso es lo importante. Y puedes ver jóvenes de diferente color de piel, que forman parte de agrupaciones de danza, que bailan tanto ritmos de la costa como de la sierra, con mucha vitalidad.
Y ¿en lo político? ¿Usted siente que el gobierno realiza acciones concretas a favor de la cultura afrodescendiente?
Hay gestos como nombrar al cajón patrimonio cultural; pero estos sólo tratan de agradar. Lo mejor que se podría hacer es atender a los artistas, músicos, pintores, etc. en materia de una pensión de jubilación, reconocimiento por sus valores. Hoy, existe una ley del artista que fue aprobada en el gobierno de Toledo pero que no ha sido reglamentada; es decir, aún no puede ser aplicada. Muchos artistas tienen que vivir de la donación o compasión de algunas personas. Se pierde el respeto por estas personas que le han dado sus vidas a la música. Mueren y recien son condecorados, cuando ya es demasiado tarde.
Entiendo, por lo que me ha dicho, que usted considera al arte un mecanismo para la concientización de la gente.
Así es. Yo lo he podido ver en tiempos en los que la poesía, la canción política te invita a analizar sus contenidos y a escuchar sus discursos. Claro que los tiempos cambian; pero tú puedes ver que en el mundo hay muchos grupos y/o cantantes que manifiestan una postura. Ahí están ejemplos como U2 y su vocalista Bono; quienes me invitaron a una campaña porque los TLC sean justos, para que tengan un carácter humano y promuevan un comercio justo. Hay muchos artistas y muchos jóvenes que sienten la inconformidad ante los problemas de su país y quieren expresarlo.
Las letras y la lírica son una forma de educar a la gente para que salga de su letargo. Las expresiones como el Rap o el Hip-Hop que son interpretados por poetas que dicen cosas que se pueden considerar duras, pero que son políticas y que son verdad.
¿Los artistas deben ser políticos?
No lo sé. Yo no me atrevería a decirle a un artista haz tal o cuál cosa. Lo que yo les pido es que en su arte, entreguen todo su ser; pero si él tiene algo que decirme a mí como público quisiera que lo haga. A mí, por ejemplo, me gusta crear conciencia con mi música, que mueva; un decir, a un joven a que deje la droga. Pero, te vuelvo a repetir, yo no le diría a alguien: “¡Tú no eres artista por que no eres así!”. El arte tiene que ser libre.
Pasando a la campaña “Apúntate contra el racismo” ¿Qué la motiva a usted a ser parte de este movimiento?
Bueno, lo primero es mi militancia por el respeto de los derechos humanos y segundo, por el respeto que debe existir entre las personas. Uno puede encontrarse con diferentes formas de pensar que pueden gustarnos o no; pero, debemos aprender a tener tolerancia.
Yo me sumo a la campaña por que el racismo es una tara, es una enfermedad social. Yo recuerdo haber leído una reflexión en la que se figura a un grupo de personas en el vagón de un tren que cuando suben nuevos pasajeros, los primeros los ven con desprecio sólo por que los ven diferentes; sin intentar preguntarles y tener siquiera un acercamiento hacia ellos.
En Alemania pasó una vez que; por motivo de la gran cantidad de migrantes, a los que algunos echaban la culpa de quitarles el empleo, de ser carga social, etc., hubo un genocidio racista contra latinos por parte de unos jóvenes. Esto despertó una serie de reclamos, entre los que resaltó el letrero de un niño que decía: “¡Inmigrante no te vayas! ¡No nos dejes solos con los alemanes!”. Esto es algo que te mueve, que te hace pensar que este es un mundo para todos y todos tenemos un lugar que debe ser respetado e integrado a una cultural global.
Para finalizar, dígame Sra. Susana, ¿a dónde cree usted que debe apuntar el movimiento afro?
Debe apuntar a integrarse con la sociedad peruana. A ser cada día más, parte de esta cultura peruana. Ya basta de esa clasificación cuadriculada de cultura andina, cultura amazónica, cultura afroperuana; todos juntos somos la cultura del Perú. Estamos mezclados y debemos tener presente que esta interculturalidad es nuestra riqueza como país.
Debemos ir en contra del racismo, así como dice la campaña, todos apuntarnos contra el racismo que nos segrega y provoca los resentimientos que evita que seamos un país unido. Con los sucesos de Bagua, debemos entender que aún nos falta, que aún creemos que el Perú sólo es Lima y eso no es así. Debemos trabajar para superar este racismo y así contribuir con la eliminación de esta gran barrera social que aún poseemos.
1 comentario:
HAY QUE CHECAR LA ORTOGRAFIA DE QUIEN CAPTURA ESTE TIPO DE ENTREVISTAS.
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